El término empatía fue desarrollado por primera vez, dentro de una teoría psicológica, por el filósofo y psicólogo alemán, Theodor Lipps, en 1903, Teoría Estética de la Empatía. Este autor la definió como la experiencia estética de la transmisión de los sentimientos de la persona al objeto, es decir, es un proceso de afinidad entre el objeto y el sujeto, donde el sujeto se reconoce a sí mismo y se solidariza con el objeto.
La empatía es la capacidad de ponernos en la piel de otra persona, experimentando los sentimientos ajenos y viviéndolos como propios. Por ello, si una persona está triste podremos comprender su dolor y si una persona está alegre percibiremos esa emoción de júbilo. Ya que, la empatía no se relaciona únicamente con las emociones negativas.
¿Cómo funciona la empatía?
Es un constructo que se compone de 2 partes, que se pueden sucederse a la vez o por separado. Por un lado, tiene una parte afectiva y, por otro, un proceso cognitivo.
La parte cognitiva permite comprender el pensamiento de nuestro interlocutor, cuáles son sus reacciones y qué está sintiendo; pero, sin llegar a compartir lo que siente. Es por ello que, esta parte de la empatía, puede ser utilizada para fines negativos, como puede ser la manipulación, conocer lo que hiere a los demás o derivar en un uso cruel como la tortura. Sin embargo, la parte emocional implica sentir lo que siente la otra persona. Además, en estrecho vínculo está el interés empático que facilita saber qué es lo que los demás necesitan de ti.
Por ello, la empatía que más humaniza nuestras acciones está constituida por los dos componentes, el cognitivo y el emocional.
Los seres humanos venimos equipados biológicamente para desarrollar la empatía, nuestro cerebro dispone de mecanismos que nos permiten comprender los sentimientos ajenos. Entre ellos, contamos con unas neuronas específicas que se llaman neuronas espejo.
Estas neuronas se activan cuando vemos a una persona realizando una acción o expresando una emoción. Se considera una especie de conexión que permite de forma automática percibir el estado de la otra persona. De esta forma, somos capaces de sentir las emociones que expresa la persona que tenemos delante mediante sus acciones. Estas neuronas en el ser humano se sitúan en la corteza premotora y el lóbulo parietal, son zonas del cerebro responsables de las funciones motoras, sensoriales y del habla.
La vida de las personas transcurre en contextos sociales. Para comprender la naturaleza social es necesario entender los estados mentales de los demás, compartirlos y responder sobre estos. Para realizar estas acciones es necesario desarrollar una adecuada empatía. Y es que existe una relación entre los altos niveles de empatía con los comportamientos de ayuda y atención hacia los demás y con la inteligencia emocional, entre otros.