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Ana Perez

Odio

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Cómo afrontar este sentimiento y recuperar tu bienestar

A lo largo de la vida, pasamos por experiencias que nos llevan a sentir muchas emociones, que son parte fundamental de nuestra existencia; nos hacen humanos, nos permiten conectar con los demás y comprender el mundo que nos rodea. Sin embargo, hay momentos en los que ciertas experiencias desencadenan emociones difíciles de gestionar. Entre esos sentimientos que pueden dominarnos y afectar nuestra estabilidad emocional, el odio se presenta como uno de los más intensos y, a menudo, difíciles de gestionar.


¿Qué es el odio y por qué lo sentimos?

El odio es una emoción compleja que surge como una respuesta emocional negativa y extrema hacia una persona o situación. Cuando odiamos, solemos experimentar un fuerte rechazo, una aversión que nos lleva a desear que aquello o aquella persona que ha provocado este sentimiento desaparezca de nuestras vidas. A menudo, este odio surge como resultado de un dolor profundo, una herida emocional que atribuimos a alguien más, a quien responsabilizamos por nuestra desgracia. Además, muchas veces este sentimiento de odio se acompaña de una intensa sensación de impotencia; la frustración de no haber podido evitar o cambiar lo ocurrido.

El odio no surge de la nada. Es una reacción emocional frente a algo que hemos percibido como una injusticia, una traición o un daño irreparable. Esta emoción se alimenta de la rabia, el rencor y el deseo de alejarnos de aquello que nos hace daño. Y, al experimentarlo, nuestra mente evalúa constantemente a la persona que odiamos de forma negativa, sin ser capaz de ver otros matices, otras perspectivas o posibles razones detrás de sus acciones.


El impacto del odio en tu bienestar emocional

El odio es como una llama que consume. Aunque al principio parece que odiar a alguien o algo alivia el dolor, esa sensación es engañosa y temporal. Pues puede convertirse en un ciclo de negatividad que se vuelve en tu contra. Poco a poco, este sentimiento comienza a ocupar gran parte de tu mente, tu energía y tu tiempo, impidiendo que realices actividades que realmente te hagan feliz. Al dejar que el odio domine tu vida, terminas girando en torno a esa emoción, y esto puede bloquear tu capacidad de disfrutar de momentos positivos, de conectar con otras personas y de avanzar hacia nuevas experiencias.

Es normal que, en un primer momento, creas que estás tomando el control, que despreciar a esa persona o situación que tanto daño te hizo te protege de más dolor. Sin embargo, mantener una actitud de odio y desprecio no elimina el malestar ni la tristeza; más bien, los refuerza. El hecho que te hizo daño ya ha ocurrido, ya es parte de tu vida y, desafortunadamente, ese odio no va a cambiar el pasado. Al final, la consecuencia es que te quedas con el dolor y una vida que se enfoca en esa herida abierta, sin permitirte avanzar ni sanar.


El peligro de alimentar el odio

Al alimentar el odio, lo que en un principio puede parecer un alivio se convierte en una carga cada vez más pesada. Si se sigue cultivando, crece y se arraiga, hasta llegar a un punto en el que absorbe completamente tu atención y se convierte en el centro de tu estado de ánimo. Esto afecta directamente tu capacidad de disfrutar de la vida y de encontrar la alegría en cosas cotidianas. Es como un veneno que poco a poco contamina todos los aspectos de tu existencia, dificultando cada vez más tu bienestar emocional.

El odio no solo afecta a tu estado de ánimo y a tus relaciones interpersonales, sino que también repercute en tu salud física. Los sentimientos intensos y constantes de rabia, rencor y frustración pueden generar estrés crónico, problemas de sueño, dificultad para concentrarte, incluso afectar a tu sistema inmunológico. Todo tu organismo se ve envuelto en un estado de alerta permanente que no te permite relajarte, descansar, ni sanar.

¿Se puede controlar el odio?

Es importante recordar que no podemos decidir qué emociones sentir. Los sentimientos aparecen como respuestas a lo que vivimos y no siempre están bajo nuestro control inmediato. No obstante, sí podemos decidir qué hacer con ellos y cómo gestionarlos para que no nos afecten de forma destructiva. Aunque no puedas evitar sentir odio, puedes ser consciente de su impacto en tu vida y decidir cambiar tu enfoque. Ser consciente del precio que estás pagando al dejar que el odio te domine puede motivarte a cambiar tu actitud, buscando alternativas que te permitan sobreponerte y sanar la herida emocional.

Una de las primeras formas de empezar a transformar el odio es reconocerlo y aceptarlo. No se trata de ignorarlo o de pretender que no existe, sino de comprender de dónde viene, qué lo desencadenó y cómo te afecta. Al entender las raíces del odio, puedes empezar a trabajar en formas de cambiar tu perspectiva y disminuir su influencia.

Otra estrategia efectiva es redirigir tu atención a actividades y pensamientos positivos. Esto no significa que ignores el dolor o la injusticia, sino que te centres en cosas que te aporten bienestar, que te permitan encontrar satisfacción y alegría. Por ejemplo, practicar el autocuidado, el ejercicio físico, actividades que te resulten gratificantes o que te ayuden a conectar con otras personas de manera positiva.


Buscar ayuda profesional: un paso hacia la sanación

Es importante entender que no siempre es fácil gestionar el odio en primera persona. Muchas veces, esta emoción está tan arraigada que necesitamos apoyo para poder superarlo y avanzar. Si te sientes atrapado/a en un ciclo de odio y negatividad que no puedes romper, levantar la mano y pedir ayuda profesional es un acto valiente y necesario.

Recuerda que, aunque no puedas decidir qué sentir, sí puedes elegir cómo actuar y qué camino tomar para sanar. No dejes que el odio controle tu vida; tú mereces vivir en paz y con bienestar.

En PsicoEmoSa, estamos aquí para ayudarte a gestionar tus emociones, explorar tus sentimientos y encontrar formas saludables de sobrellevar el odio y cualquier otra emoción que te esté afectando. A través de la terapia, puedes descubrir estrategias para sanar, para transformar el odio en comprensión y para recuperar el equilibrio emocional que necesitas para vivir una vida plena y feliz.

Diario emocional

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Una herramienta para conocer y gestionar tus emociones

Las emociones son parte de nuestra vida diaria, a veces nos llenan de alegría y en otras ocasiones pueden causar dolor y tristeza. Aunque muchas veces queremos evitar las emociones que nos resultan difíciles, es importante entender que son una parte intrínseca de nuestro ser y que reconocerlas y comprenderlas puede ayudarnos a vivir una vida más equilibrada y plena. En este artículo, quiero hablarte sobre cómo las emociones influyen en nosotros y de cómo rellenar un diario emocional puede ayudarte a conocer mejor tus sentimientos y aprender a gestionarlos de manera saludable.


El papel de las emociones en nuestra vida

A lo largo de la historia, se ha debatido el papel de las emociones en el ser humano. Inicialmente, se creía que estas emociones eran más propias de los animales que de los seres humanos. Las personas como seres racionales, debíamos centrarnos únicamente en nuestra capacidad de razonar. Sin embargo, gracias a los avances en la ciencia y a múltiples investigaciones, se ha demostrado que las emociones son fundamentales en nuestra vida y que nos acompañan desde el nacimiento.

Las emociones son reacciones naturales que nos ayudan a adaptarnos a diferentes situaciones y se suelen clasificar como emociones básicas y sociales:

  • Emociones básicas: son aquellas que compartimos todos los seres humanos, independientemente de la edad, cultura o sexo. Son universales y se experimentan de forma instintiva, como la alegría, el miedo, la tristeza, la sorpresa, la ira y el asco.
  • Emociones sociales: a diferencia de las básicas, las emociones sociales son el resultado de interacciones y aprendizajes culturales. Estas emociones se desarrollan a lo largo de la vida y están influidas por nuestras experiencias, relaciones y el entorno en el que crecemos. Algunos ejemplos incluyen la vergüenza, la culpa, la gratitud y la envidia.

No todas las emociones se sienten de la misma manera ni nos afectan igual. De hecho, muchas veces se clasifican como positivas o negativas, dependiendo de cómo afectan a nuestro estado de ánimo y a nuestro comportamiento. Sin embargo, todas ellas cumplen un papel importante y tienen una función adaptativa, ya que nos ayudan a responder a nuestro entorno y a nuestras experiencias.


Inteligencia emocional: reconocer y gestionar nuestras emociones

La inteligencia emocional es la capacidad de reconocer, entender y gestionar nuestras emociones y las de los demás. Las personas emocionalmente inteligentes son capaces de identificar sus sentimientos, comprender cómo les afectan y regular sus respuestas emocionales de manera constructiva. Pero esto no es algo que se logre de la noche a la mañana; requiere práctica y autoconocimiento.

El primer paso para desarrollar la inteligencia emocional es aprender a reconocer qué emoción estás sintiendo. Aunque parece sencillo, muchas personas encuentran difícil identificar sus emociones porque, a menudo, estamos tan inmersos en lo que sentimos que nos resulta complicado ponerle nombre. De hecho, nos resulta mucho más fácil ver las emociones en los demás que en nosotros mismos, ya que tendemos a evaluar a los otros de manera más objetiva.

El siguiente paso es ser consciente de cómo reaccionamos ante nuestras emociones. Esto implica observar cómo nuestras emociones afectan a nuestra mente y nuestro cuerpo. ¿Te has preguntado alguna vez cómo cambia tu respiración cuando te sientes nervioso, cómo tu cuerpo se tensa cuando estás enojado o cómo se ilumina tu rostro cuando estás feliz? Conocer estas respuestas fisiológicas te ayudará a comprender mejor cómo te afectan las emociones y a identificar patrones de comportamiento.


El diario emocional: una herramienta para el autoconocimiento

Una técnica muy útil para trabajar el reconocimiento y gestión de las emociones es el diario emocional. Es una herramienta sencilla que puedes usar diariamente para identificar y analizar tus emociones, comprender cómo te afectan y aprender a regularlas de manera efectiva. A continuación, te explico cómo llevarlo a cabo y qué apartados incluir:

  • Fecha y lugar: anota cuándo y dónde ocurrió la experiencia que desencadenó la emoción. Esto te ayudará a recordar el contexto en el que se dio la emoción.
  • Suceso: describe brevemente la situación que provocó la emoción. Puede ser algo que ocurrió en el trabajo, en una conversación con un amigo o cualquier otra experiencia relevante.
  • Valoración psicológica: reflexiona sobre cómo interpretaste la situación. ¿Cómo percibiste lo que ocurrió? ¿Qué pensamientos pasaron por tu mente?
  • Físico y fisiológico: observa cómo la emoción afectó tu cuerpo. Describe si notaste tensión muscular, cambios en la respiración, aceleración del ritmo cardíaco, o cualquier otra sensación física.
  • Conducta: reflexiona sobre cómo reaccionaste ante la emoción. ¿Gritaste, lloraste, te reíste? Escribe qué comportamiento tuviste como consecuencia de esa emoción y si actuaste de manera impulsiva o, por el contrario, lograste mantener el control.
  • Sentimiento: finalmente, describe cómo te sentiste después de que la situación haya pasado. ¿Sentiste alivio, culpabilidad, felicidad…? Reflexiona sobre cómo la emoción afectó tu estado de ánimo y si tu reacción fue útil o si podría haber sido diferente.


La práctica como clave del progreso

Llevar un diario emocional no es una tarea sencilla, especialmente al principio. Puede que te cueste identificar con precisión tus emociones y describir cómo te afectan, pero eso es completamente normal. Al igual que cualquier otra habilidad, mejorar tu inteligencia emocional requiere práctica y compromiso. Con el tiempo, empezarás a notar que eres más consciente de lo que sientes, cómo reaccionas y qué patrones de comportamiento tiendes a repetir.

El objetivo principal de esta práctica es que puedas detectar tus emociones y patrones de respuesta. Al hacerlo, podrás tomar medidas para regularlas y evitar que se conviertan en un problema que genere sufrimiento innecesario. Con el tiempo, aprenderás a gestionar mejor tus reacciones emocionales y a tomar decisiones más conscientes y equilibradas.


El impacto positivo de conocerte mejor

Trabajar en tu inteligencia emocional y llevar un diario emocional puede tener un gran impacto positivo en tu bienestar. Te ayudará a comprenderte mejor, a responder de manera más consciente y a establecer relaciones más saludables con los demás. Además, al conocer tus emociones y aprender a regularlas, podrás afrontar de manera más eficaz los desafíos emocionales que surjan en tu vida cotidiana.

En PsicoEmoSa, estamos aquí para apoyarte en tu camino hacia el autoconocimiento y el bienestar emocional. Si sientes que te cuesta identificar y gestionar tus emociones, o si necesitas ayuda para entender cómo afectan a tu vida, no dudes en buscar orientación. La terapia emocional puede ofrecerte herramientas y estrategias para mejorar tu inteligencia emocional y vivir de manera más plena y equilibrada.

Recuerda que el autoconocimiento es el primer paso hacia la mejora personal. Tómate el tiempo de explorar tus emociones y comprender qué hay detrás de cada una de ellas. ¡Empieza hoy mismo a llevar tu diario emocional y descubre todo lo que puedes aprender sobre ti!

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Ghosting

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Impacto emocional y herramientas para afrontarlo


Cuando una persona desaparece de tu vida

En la era de las redes sociales y las aplicaciones de citas online, hay un fenómeno que ha cobrado relevancia y que afecta a más personas de las que lo admiten: el ghosting. Aunque no es un comportamiento nuevo, se ha vuelto mucho más común y visible con el auge de las interacciones digitales. Este fenómeno, como su nombre sugiere, ocurre cuando una persona desaparece de la vida de otra sin previo aviso, como si se convirtiera en un “fantasma”. Sin dar motivos ni una despedida, la persona simplemente corta todo tipo de comunicación, dejando a la otra en un estado de incertidumbre y dolor.


El impacto emocional

Cuando se experimenta ghosting, es muy común sentir confusión, rechazo y una profunda sensación de tristeza. La falta de explicación, o de un cierre, puede llevar a la persona a cuestionarse a sí misma y su valía personal. Muchas veces, quien sufre ghosting se enfrenta a un ciclo de autocrítica, preguntándose qué hizo mal, qué podría haber dicho o hecho diferente o por qué se le ha ignorado de manera tan abrupta. Esta experiencia puede resultar emocionalmente abrumadora y desencadenar una serie de emociones difíciles de gestionar.

Además de la tristeza y el rechazo, este comportamiento puede provocar ansiedad y un impacto significativo en la autoestima. La incertidumbre sobre lo que ha ocurrido y la sensación de abandono sin razón aparente pueden minar la confianza de la persona en sus relaciones y en sí misma. Esta experiencia puede llevar a desarrollar problemas de confianza que persistan más allá del evento en sí, lo que complica la capacidad de abrirse emocionalmente y establecer relaciones nuevas en el futuro.


¿Por qué ocurre el ghosting?

Las razones detrás del ghosting pueden ser variadas y no siempre están relacionadas directamente con la persona que lo experimenta. Algunas de las razones más comunes incluyen:

  1. Evitar conflictos: muchas personas sienten incomodidad al tener que mantener conversaciones difíciles, al explicar que ya no están interesadas en la relación. Para evitar el mal trago de una confrontación, eligen desaparecer y evitar el enfrentamiento.
  2. Pérdida de interés: otra razón frecuente es la falta de interés. Cuando una persona pierde interés en la relación, puede optar por hacer ghosting como una manera rápida de cortar todo contacto sin tener que dar explicaciones ni afrontar el dolor que la otra persona pueda sentir.
  3. Ansiedad social o miedo al rechazo: las personas con ansiedad social o que tienen dificultades para gestionar situaciones de estrés pueden encontrar extremadamente incómodo afrontar el fin de una relación. Desaparecer sin más puede parecer la opción más fácil, aunque esta estrategia suele dejar a la otra persona con más preguntas que respuestas.
  4. Desconexión emocional: hay quienes simplemente no sienten la conexión emocional suficiente con la que era su pareja como para considerar necesario dar una explicación. Esta desconexión puede hacer que el acto de desaparecer se vea como algo natural y sin consecuencias emocionales para la otra parte.

Es importante recordar que el ghosting generalmente refleja más sobre la persona que lo hace que sobre la víctima. No siempre está relacionado con algo que la persona “haya hecho mal”, sino con la incapacidad o falta de voluntad de quien hace ghosting para afrontar la situación de una manera más madura y honesta.


Cómo superar el ghosting

Aunque la falta de cierre de una relación puede dificultar el proceso, hay maneras de afrontarlo de forma saludable:

  1. Intentar una última comunicación: en algunos casos, puede ser útil intentar aclarar la situación con la persona que ha hecho ghosting. Un simple mensaje preguntando qué ha sucedido o pidiendo una explicación puede ofrecerte el cierre que necesitas. Sin embargo, es importante mentalizarse de no obtener una respuesta. No todas las personas están dispuestas a afrontar sus actos y es posible que nunca recibas la explicación que buscas.
  2. Aceptar lo que ha ocurrido: si no puedes obtener una respuesta, es fundamental trabajar en aceptar lo sucedido. Entender que ese comportamiento es una decisión tomada por la otra persona, y que no siempre es algo que puedas controlar o cambiar, es crucial para seguir adelante. En lugar de centrarte en lo que podrías haber hecho de manera diferente, es más útil recordar que el ghosting es un comportamiento que refleja la incapacidad de la otra persona para gestionar la situación adecuadamente.
  3. Recuperar tu autoestima: este fenómeno puede afectar a tu autoestima y hacerte dudar de tu valor. Dedica tiempo a cuidarte emocionalmente y a recordar que tu valor no depende de la opinión o las acciones de alguien más. Rodéate de personas que te apoyen y te valoren y busca actividades que te hagan sentir bien.
  4. Aprender a confiar de nuevo: aunque puede ser difícil, es importante no perder la confianza en todas las relaciones debido a una experiencia negativa. No todas las personas actuarán de la misma manera y, con el tiempo, podrás encontrar relaciones basadas en el respeto y la comunicación honesta.
  5. Buscar apoyo emocional si lo necesitas: si sientes que la situación ha tenido un impacto significativo en tu bienestar emocional, no dudes en buscar apoyo profesional. Hablar con un o una profesional de la salud mental puede ayudarte a procesar la experiencia, identificar cómo te ha afectado y desarrollar estrategias para sanar y seguir adelante de una manera saludable.

El ghosting es un fenómeno que ha cobrado fuerza con la llegada de la comunicación digital, donde desaparecer con un simple “clic” parece ser la forma más fácil de afrontar una situación incómoda. Sin embargo, este comportamiento puede tener un impacto emocional importante en quien lo experimenta. Es fácil culparse o buscar razones para explicar por qué ocurrió, pero es esencial recordar que el ghosting es más un reflejo de la persona que lo hace que de quien lo sufre.

En PsicoEmoSa entendemos lo difícil que puede ser enfrentarse al rechazo y al abandono sin explicación. Si sientes que el ghosting te ha afectado y que te resulta difícil superar esa experiencia, estamos aquí para ofrecerte el apoyo que necesitas. Nuestro objetivo es ayudarte a procesar tus emociones, recuperar tu autoestima y construir relaciones basadas en la confianza y el respeto.

Recuerda que, aunque una persona haya decidido desaparecer de tu vida, eso no define tu valor ni tu capacidad para tener relaciones saludables. Sigue adelante, rodéate de personas que te valoren y aprende a priorizar tu bienestar emocional. La comunicación y la honestidad son la base de cualquier relación sana, y mereces rodearte de personas que compartan esos mismos valores.

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Indefensión aprendida

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Aprende cómo recuperar el control y la confianza 

¿Alguna vez has sentido que, no importa cuánto te esfuerces, nada cambia? Tal vez llegas a tu trabajo o pasas tiempo con tu pareja, pero la sensación de que tus acciones no tienen impacto positivo te abruma. Sientes que, sin importar lo que hagas, no es suficiente. Las críticas constantes, la falta de reconocimiento y la impotencia pueden llevar a sentimientos de frustración, desesperanza y resignación. Esta experiencia se conoce como indefensión aprendida.


¿Qué es la indefensión aprendida?

La indefensión aprendida es una sensación de impotencia que surge cuando repetidamente te encuentras en situaciones en las que sientes que no tienes control sobre los resultados. Es una respuesta aprendida a la percepción de que, hagas lo que hagas, no puedes cambiar las circunstancias. Esto puede llevarte a resignarte, dejar de luchar por lo que quieres y, en algunos casos, evitar actuar por miedo a fracasar nuevamente.

Este concepto fue desarrollado por el psicólogo Martin Seligman, quien en la década de los 60 estudió esta respuesta utilizando como sujetos de estudio a una manada de perros. Seligman descubrió que, cuando los perros eran sometidos a situaciones en las que no podían escapar de una experiencia desagradable (como descargas eléctricas leves), desarrollaban una actitud de resignación y, posteriormente, no intentaban escapar incluso cuando se les ofrecía una oportunidad de hacerlo. Aplicado a las personas, esto significa que si sientes que no puedes cambiar los resultados de una situación, es probable que te resignes y dejes de intentarlo, aunque haya una salida.


Algunas situaciones que se dan en el día a día…

La indefensión aprendida puede manifestarse en diferentes áreas de la vida diaria:

  • En el trabajo: si constantemente recibes críticas, tus esfuerzos no son valorados y no sientes que tu trabajo sea reconocido, es fácil desarrollar una sensación de que nada de lo que hagas cambiará la situación. Con el tiempo, puedes dejar de proponer nuevas ideas, evitar asumir responsabilidades o incluso perder la motivación para hacer bien tu trabajo.
  • En una relación de pareja: si te encuentras en una relación en la que sientes que no se te valora, respetan o escuchan, la repetición de experiencias negativas puede hacer que desarrolles una actitud de resignación. Puede que empieces a evitar expresar tus necesidades, creas que nada de lo que digas importará y te acostumbres a una dinámica de relación insatisfactoria.
  • En la vida personal: la indefensión aprendida también puede surgir cuando vives repetidos fracasos o dificultades en tu vida personal. Si sientes que no eres capaz de superar ciertos obstáculos, es posible que dejes de intentarlo, creyendo que no vale la pena luchar por lo que deseas.


5 pautas para superar la indefensión aprendida

Superar la indefensión aprendida no es fácil, pero es posible. El primer paso es tomar conciencia de que este patrón de pensamiento te ha atrapado y empezar a trabajar activamente para cambiarlo. Estas cinco pautas son, entre otras, unas estrategias que pueden ayudarte a recuperar el control y el empoderamiento:

  1. Reconoce y desafía tus pensamientos negativos. La indefensión aprendida está basada en pensamientos autolimitantes y negativos sobre ti y tus capacidades. Reconoce estos pensamientos y desafíalos. Pregúntate si realmente es cierto que no puedes cambiar la situación o si, en realidad, te has acostumbrado a pensar de esa manera. Identificar las creencias negativas que alimentan la indefensión es el primer paso para transformarlas.
  2. Cambia tu objetivo y perspectiva. Si te centras en todo lo que no puedes controlar, es fácil sentirse impotente. En su lugar, cambia tu perspectiva y concéntrate en lo que sí está en tus manos cambiar. Puede que no puedas controlar cómo reaccionan los demás o las circunstancias externas, pero siempre tienes la capacidad de cambiar tu forma de pensar, actuar y afrontar la situación. Toma pequeñas acciones diarias que te permitan sentirte más en control.
  3. Establece límites saludables. La falta de límites claros en tus relaciones puede contribuir a sentir indefensión. Aprende a comunicar tus necesidades y a decir “no” cuando sea necesario. Si algo te incomoda, habla con claridad y asertividad. Establecer límites saludables en tu vida laboral y personal es una forma poderosa de recuperar tu autoestima y sentido del control.
  4. Busca apoyo social. Hablar con amistades, familiares o profesionales de la salud mental puede ayudarte a ver la situación desde otra perspectiva y a encontrar soluciones que tal vez no habías considerado. No subestimes el poder del apoyo social; compartir tus sentimientos y experiencias con alguien de confianza puede ofrecerte consuelo y ayudarte a sentir que no estás solo/a en tu lucha.
  5. Practica la resiliencia y la paciencia. Cambiar un patrón de pensamiento y comportamiento tan arraigado como la indefensión aprendida requiere tiempo y paciencia. La resiliencia es la capacidad de afrontar las dificultades con flexibilidad y de aprender de cada experiencia. Recuerda que no se trata de eliminar todas las dificultades de tu vida, sino de aprender a enfrentarlas de una manera más positiva y constructiva.


Recuperando el sentido de control

La indefensión aprendida puede afectar de manera significativa tu bienestar emocional y tu capacidad para afrontar los desafíos de la vida. Pero, al reconocer este patrón y trabajar para cambiarlo, puedes empezar a recuperar tu sentido de control y de confianza. La clave está en desafiar los pensamientos negativos, centrarte en lo que puedes cambiar y buscar apoyo para afrontar las dificultades de manera saludable.

En PsicoEmoSa entendemos lo difícil que puede ser superar la indefensión aprendida, por lo que estamos aquí para ofrecerte el apoyo y las herramientas que necesitas para recuperar tu autoestima, establecer límites saludables y desarrollar una perspectiva más positiva y empoderada de tu vida. Recuerda que tú tienes el poder de cambiar tu forma de ver el mundo y, con el apoyo adecuado, puedes tomar decisiones que te lleven hacia una vida más plena y satisfactoria.

No importa cuántas veces hayas sentido que no puedes cambiar una situación, siempre hay oportunidades para aprender, crecer y encontrar nuevas maneras de afrontar los desafíos.

¡El primer paso para recuperar tu bienestar emocional es creer en tu capacidad para hacer un cambio!

Dolor emocional

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Comprendiendo y apoyando una realidad invisible

El dolor físico es algo que reconocemos y comprendemos con facilidad. Si vemos a alguien con una pierna rota, automáticamente sabemos que esa persona está sufriendo. Este tipo de dolor es visible, tangible y el remedio es sabido, atención médica y reposo. Sin embargo, cuando se trata del dolor emocional, la situación es muy diferente, porque no es visible a simple vista, pero puede ser igual de intenso y debilitante, afectando profundamente la vida de quien lo experimenta.


¿Qué es el dolor emocional?

El dolor emocional es una respuesta interna a situaciones que nos resultan extremadamente difíciles, traumáticas o estresantes. Este tipo de dolor puede surgir por diversas razones: la muerte de un ser querido, una ruptura amorosa, la pérdida de un trabajo, un conflicto familiar, el estrés acumulado… Aunque no se manifiesta en el cuerpo de la misma manera que el dolor físico, puede ser igual de impactante y duradero.

Este dolor se caracteriza por una serie de síntomas que pueden incluir tristeza profunda, ansiedad, insomnio, falta de apetito, fatiga constante e, incluso, pensamientos suicidas en los casos más extremos. Además, puede desencadenar o exacerbar trastornos mentales como la depresión, la ansiedad o el trastorno de estrés postraumático (TEPT). A largo plazo, este tipo de sufrimiento puede afectar a la salud física, debilitando el sistema inmunológico, alterando los patrones de sueño y alimentación y aumentando el riesgo de enfermedades crónicas.


La subjetividad del dolor emocional

Uno de los aspectos más desafiantes del dolor emocional es su subjetividad. A diferencia del dolor físico, que es más uniforme y predecible, el dolor emocional varía enormemente de una persona a otra. Dos individuos pueden pasar por la misma experiencia traumática, como un accidente o la pérdida de un ser querido, pero sus reacciones emocionales pueden ser completamente diferentes. Mientras que una persona puede recuperarse, con tiempo, y volver a su vida normal, otra puede quedar atrapada en un ciclo de sufrimiento prolongado.

Esta variabilidad subraya la importancia de no juzgar ni comparar el dolor de los demás. Frases como “no es para tanto” o “yo he pasado por lo mismo y lo superé rápido” pueden ser extremadamente dañinas. Estas expresiones no solo minimizan la experiencia del otro, sino que también pueden hacer que la persona que sufre se sienta incomprendida y aislada, dificultando aún más su proceso de recuperación.

Cada persona tiene su propio ritmo para procesar el dolor y sanar. Algunas pueden necesitar semanas, meses o incluso años para superar una pérdida o un trauma y es vital respetar este tiempo sin presionarlos para que superen su dolor.


El impacto del dolor emocional en la salud mental y física

El dolor emocional afecta a la mente y también tiene un impacto directo en la salud física. Estudios neurocientíficos han demostrado que el dolor emocional activa las mismas áreas del cerebro que el dolor físico, como la corteza cingulada anterior y la ínsula, lo que explica por qué este tipo de sufrimiento puede sentirse tan real y devastador. Esta conexión entre el dolor físico y emocional subraya que el dolor emocional merece la misma atención y cuidado.

Además, el dolor emocional prolongado puede llevar a cambios estructurales en el cerebro, como la reducción del volumen del hipocampo, afectando a la memoria y a la regulación emocional. También puede aumentar la actividad en la amígdala, relacionada con la respuesta al miedo, creando un estado constante de ansiedad y alerta. Estos cambios demuestran que el dolor emocional puede tener consecuencias duraderas en la salud mental y física.


¿Cómo apoyar a alguien que sufre dolor emocional?

Cuando alguien cercano está pasando por un dolor emocional, es fundamental ofrecer apoyo de manera sensible y comprensiva.

4 tips para ayudar:

  1. Escucha activa y presencia: a veces, lo más valioso que podemos ofrecer es nuestra presencia. Escuchar sin interrumpir, sin juzgar y sin intentar resolver el problema de inmediato puede ser increíblemente reconfortante para alguien que está sufriendo. Permite que la persona exprese su dolor a su propio ritmo.
  2. Evita frases desalentadoras: como mencionamos anteriormente, evitar frases que minimicen el dolor de la persona es crucial. Comentarios como “no es para tanto” o “supera esto ya” pueden hacer que la persona se sienta aún más sola. En su lugar, frases como “estoy aquí para ti” o “sé que esto es difícil y estoy a tu lado” son mucho más útiles.
  3. Fomenta el autocuidado: aunque no se debe forzar a la persona a hacer algo para lo que no está preparada, alentar el autocuidado suave, como descansar, comer adecuadamente y buscar actividades que disfrute, puede ayudarle a recuperar su equilibrio emocional.
  4. Recomienda apoyo profesional: si el dolor emocional abruma o no mejora con el tiempo, puede ser útil sugerir a la persona que busque ayuda profesional. Los profesionales de la salud mental pueden ofrecer herramientas y estrategias para manejar el dolor y avanzar hacia la recuperación.


El estigma y la necesidad de educación

Desafortunadamente, a menudo, el dolor emocional no recibe la misma atención o seriedad que el dolor físico. En parte, esto se debe al estigma que todavía rodea los problemas de salud mental en muchas esferas de la sociedad. Muchas personas se sienten avergonzadas de admitir que están sufriendo emocionalmente, temiendo ser vistas como débiles o incapaces de controlar sus propios problemas.

Al final, reconocer estos comportamientos es esencial, no solo para quienes padecen el trastorno, sino también para quienes interactúan con personas narcisistas, ayudándoles a tomar decisiones informadas sobre cómo manejar estas relaciones. Con la comprensión y el apoyo adecuados, es posible mejorar la vida de las personas afectadas por el narcisismo y ayudar a construir relaciones más saludables y equilibradas.

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Viaje al interior del trastorno de personalidad narcisista

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El término narcisista se ha vuelto bastante común en nuestro lenguaje cotidiano, pero ¿qué significa realmente? ¿Es simplemente alguien que se ama demasiado a sí mismo? En este artículo, exploraremos no solo lo que es ser narcisista, sino también cómo encaja este comportamiento dentro del marco más amplio de los trastornos de personalidad según el DSM-5, el manual de referencia en psicología y psiquiatría.


¿Qué es un trastorno de personalidad?

Para empezar, es importante conocer el significado de trastorno de personalidad. Un trastorno de personalidad es un patrón persistente de comportamiento, pensamiento y emociones que se desvían significativamente de lo que se espera en la cultura de una persona. Estos patrones son inflexibles, omnipresentes y, a menudo, causan dificultades en las relaciones y en la vida diaria. Es como si la persona estuviera atrapada en una forma de ser que le causa problemas, pero de la que no puede escapar.

Una herramienta útil para identificar estos trastornos es el DSM-5, manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Este manual los clasifica en tres grupos, según sus características:

  • Grupo A: Comportamientos extraños o excéntricos (como el trastorno paranoide de la personalidad).
  • Grupo B: Comportamientos dramáticos, emocionales o erráticos (como el trastorno de personalidad narcisista).
  • Grupo C: Comportamientos ansiosos o temerosos (como el trastorno de personalidad evitativa).


Personalidad narcisista: características y comportamientos

Dentro del grupo B, encontramos al narcisista, que es la personificación de una autoimagen inflada. Posee una visión exagerada de sí mismo/a, una necesidad constante de admiración y validación y una marcada falta de empatía hacia los demás. A menudo, estas personas creen que son especiales y únicas y que solo pueden ser comprendidas o deben relacionarse con personas o instituciones que también sean especiales, como ellas.


Comportamiento habitual

  • Autoimagen inflada y necesidad de admiración: sentimiento de superioridad y necesidad constante de confirmación de dicha superioridad. Este comportamiento puede llevarles a exagerar sus logros o a que creen una imagen distorsionada de sí, todo con el fin de mantener su autoestima elevada. Es común que busquen la admiración de los demás como una forma de validarse.
  • Explotación de los demás: con su enfoque en el poder y el reconocimiento, no es raro que las personas narcisistas manipulen a quienes les rodean para alcanzar sus propios fines. Pueden ser muy hábiles en usar a quienes les rodean para satisfacer sus necesidades, sin preocuparse demasiado por los sentimientos o consecuencias que sus acciones puedan tener en los demás.
  • Falta de empatía: quizá una de las características más dañinas de esta personalidad es su falta de empatía. Tienen dificultades para ponerse en el lugar de los demás, lo que les hace insensibles a las necesidades o sentimientos ajenos. Esta falta de empatía se traduce en relaciones superficiales y en una incapacidad para conectar de manera profunda con otros.


El narcisismo en las relaciones

Pueden ser personas encantadoras y seductoras al principio de cualquier relación, ya sea social o de pareja. Su confianza y carisma iniciales pueden atraer de tal forma que quedan fascinadas por su seguridad y supuesta grandeza. Sin embargo, con el tiempo, su verdadero carácter emerge.

En las relaciones sociales, los y las narcisistas tienden a rodearse de personas que les adulan y alimentan su ego, pero estas relaciones suelen carecer de autenticidad. A medida que su necesidad de admiración aumenta, también lo hace su comportamiento manipulador y egocéntrico, lo que lleva a que sus relaciones se deterioren con el tiempo.

Por su parte, en las relaciones de pareja, la dinámica puede ser aún más complicada. Al principio, el o la narcisista puede ser muy seductora, haciendo que su pareja se sienta especial y única. Sin embargo, a medida que avanza la relación, pueden volverse controladores/as, exigentes e insensibles. Su falta de empatía puede llevar a una comunicación deficiente y a la incapacidad de satisfacer las necesidades emocionales de su pareja, creando una relación desequilibrada y emocionalmente agotadora.


¿Qué dice el DSM-5 Sobre el narcisismo?

Para que una persona sea diagnosticada con este trastorno, debe cumplir con ciertos criterios que incluyen un patrón persistente de grandiosidad, necesidad de admiración y falta de empatía. Este patrón debe ser estable y omnipresente, afectando a la persona en diversos aspectos de su vida, desde el trabajo hasta las relaciones personales.

El DSM-5 es crucial porque proporciona a los profesionales de la salud mental un marco claro para diagnosticar y tratar a las personas con trastornos de personalidad. Un diagnóstico preciso es el primer paso para que la persona afectada pueda recibir la ayuda necesaria para mejorar su calidad de vida.

El narcisismo, cuando se convierte en un trastorno de personalidad, es más que una simple tendencia a la vanidad o al egoísmo. Es un patrón de comportamiento profundamente arraigado que afecta negativamente la vida de la persona y de quienes la rodean. Comprender cómo funciona el trastorno de personalidad narcisista, a través de herramientas como el DSM-5, nos permite identificar estos patrones y ofrecer una intervención adecuada.

Al final, reconocer estos comportamientos es esencial, no solo para quienes padecen el trastorno, sino también para quienes interactúan con personas narcisistas, ayudándoles a tomar decisiones informadas sobre cómo manejar estas relaciones. Con la comprensión y el apoyo adecuados, es posible mejorar la vida de las personas afectadas por el narcisismo y ayudar a construir relaciones más saludables y equilibradas.

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Obediencia a la autoridad

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El experimento de Milgram (1961)

En 1961, Stanley Milgram, psicólogo estadounidense, llevó a cabo un experimento que se convertiría en uno de los estudios más célebres y controvertidos en la psicología social: la prueba de la obediencia a la autoridad. Milgram estaba interesado en comprender hasta qué punto las personas eran capaces de obedecer órdenes, incluso cuando estas implicaban infligir daño a otras personas.


El diseño del experimento

Para llevar a cabo su investigación, Milgram reclutó a tres participantes en cada sesión del experimento: el “investigador” (quien representaba la autoridad), un cómplice que hacía el papel de “alumno” y una persona que no sabía nada sobre la verdadera naturaleza del experimento, que representaba al “profesor”.


La dinámica del experimento

El procedimiento era sencillo pero engañoso. El “profesor” leía al “alumno” una lista de 40 pares de palabras una sola vez. Luego, le hacía preguntas para que el “alumno” recordara el par correcto, proporcionando cuatro opciones posibles. Si el “alumno” se equivocaba, el “profesor” debía administrar una descarga eléctrica, comenzando con 15 voltios y aumentando en incrementos de 15 hasta un máximo de 450 voltios. Aunque las descargas eran simuladas y no reales, el “profesor” no estaba al tanto de esto y creía que estaba administrando descargas auténticas. Además, para reforzar la autenticidad del experimento, el “alumno” estaba atado a una silla y se le instruía para que simulara dolor y angustia cada vez que recibía una descarga.

Para asegurar que el “profesor” entendía el supuesto daño que causaban las descargas, el “investigador” le dio una descarga de 45 voltios antes de comenzar el experimento.


Resultados y hallazgos

Los resultados del experimento fueron sorprendentes y perturbadores. Aunque Milgram y su equipo esperaban que solo un 1 o 2% de los “profesores” alcanzaran al nivel máximo de 450 voltios, la realidad mostró una tendencia muy diferente. Aproximadamente el 65% de los participantes continuaron hasta el final del experimento, obedeciendo las órdenes del “investigador” a pesar de las aparentes súplicas y gritos de dolor del “alumno”. Estos “profesores” mostraron signos de estrés y preocupación, pero la autoridad del “investigador” prevaleció sobre su juicio moral y empatía.


Implicaciones y reflexiones

El experimento de Milgram pone de manifiesto la poderosa influencia que la autoridad puede ejercer sobre el comportamiento humano. La alta tasa de obediencia observada sugiere que muchas personas están dispuestas a seguir órdenes, incluso cuando estas van en contra de sus valores éticos y morales. Este fenómeno se puede observar en numerosos contextos históricos y contemporáneos, desde la obediencia militar hasta la sumisión en ámbitos laborales o educativos.

Milgram concluyó que la obediencia a la autoridad puede llevar a las personas a cometer actos que de otro modo considerarían inaceptables. Esta falta de crítica y reflexión puede anular la capacidad de una persona para tomar decisiones autónomas y éticas, transformándola en un agente pasivo que acepta ciegamente las órdenes de una figura de poder.

El legado de Milgram nos advierte sobre los peligros de la obediencia ciega y nos motiva a cultivar una actitud crítica y reflexiva, esencial para una sociedad ética y justa.

Este experimento sigue siendo relevante hoy en día, recordándonos la importancia de mantener un juicio crítico y moral, incluso frente a la autoridad. No existe una verdad absoluta o un único camino correcto, cada persona debe ser capaz de decidir por sí mismo, basándose en su propia comprensión y valores. Este estudio nos invita a reflexionar sobre nuestra propia capacidad de resistencia y autonomía y a ser conscientes de cómo la autoridad puede influir en nuestras decisiones y acciones.

Ejercicio físico y ansiedad

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Beneficios, mecanismos y estrategias

El impacto del ejercicio físico en la salud mental, específicamente en la reducción de la ansiedad, ha sido objeto de numerosos estudios científicos. La conexión entre un estilo de vida activo y una mejor salud mental es cada vez más evidente, ofreciendo estrategias efectivas para quienes buscan gestionar la ansiedad y mejorar su bienestar general.


Relación entre sedentarismo y ansiedad

El sedentarismo, caracterizado por la falta de actividad física, afecta negativamente tanto a la salud física, como a la mental. Las personas con un estilo de vida sedentario tienen un mayor riesgo de desarrollar trastornos de ansiedad y depresión. Un estudio publicado en el American Journal of Preventive Medicine encontró que el sedentarismo se asocia significativamente con niveles más altos de ansiedad en comparación con aquellos que realizan actividad física regular.


Beneficios del ejercicio en la reducción de la ansiedad

El ejercicio físico regular induce un estado de relajación que ayuda a disminuir la tensión muscular, un síntoma común de la ansiedad. La actividad física promueve la producción de endorfinas, hormonas que actúan como analgésicos naturales y promueven una sensación de bienestar. Según la Clínica Mayo, las endorfinas liberadas durante el ejercicio ayudan a mejorar el estado de ánimo y actúan como un calmante natural para el estrés y la ansiedad.


Prevención del estrés y la ansiedad, ejercicio aeróbico

El ejercicio actúa como un amortiguador del estrés, reduciendo la intensidad y frecuencia de las experiencias estresantes. Involucrar al cuerpo en una actividad física regular favorece la liberación de neurotransmisores como la noradrenalina, serotonina y dopamina, que juegan un papel crucial en la regulación del estado de ánimo y la ansiedad. Según la American Psychological Association, el ejercicio aeróbico regular puede reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés, ayudando a controlar la ansiedad y mejorar la resiliencia frente al estrés.

El ejercicio aeróbico(correr, nadar o montar en bicicleta) es particularmente efectivo en la reducción de la ansiedad. Durante el ejercicio aeróbico, se experimentan síntomas fisiológicos como el aumento de las pulsaciones, sudoración y tensión muscular, que son similares a los síntomas de un ataque de pánico. Al practicar ejercicio regularmente, las personas pueden volverse más tolerantes y menos temerosas a estos síntomas, disminuyendo así la ansiedad relacionada con la preocupación por la salud física. Este fenómeno se explica porque el ejercicio ayuda a reinterpretar estos síntomas fisiológicos como respuestas normales y saludables en lugar de señales de peligro.


Mejora del estado de ánimo

El ejercicio contribuye a la liberación de neurotransmisores que están directamente relacionados con la mejora del estado de ánimo. La noradrenalina, la serotonina y la dopamina además de ayudar a aliviar la ansiedad, también promueven una sensación general de bienestar. Un estudio publicado en el Journal of Psychiatric Research sugiere que el ejercicio regular puede ser tan efectivo como los antidepresivos en el tratamiento de la ansiedad y la depresión leve a moderada.


4 estrategias para integrar el ejercicio en la rutina

  1. Establecer metas realistas: comenzar con objetivos alcanzables y aumentar gradualmente la intensidad y duración del ejercicio puede ayudar a mantener la motivación y reducir la ansiedad. Por ejemplo, iniciar con caminatas diarias de 20 minutos y aumentar progresivamente el tiempo y la velocidad.
  2. Elegir actividades apetecibles: participar en actividades físicas que sean agradables y divertidas puede aumentar la probabilidad de mantener una rutina regular. Bailar, practicar deportes de equipo o realizar actividades al aire libre son excelentes opciones.
  3. Incorporar técnicas de mindfulness: combinar el ejercicio con prácticas de mindfulness, como el yoga o el tai chi, puede proporcionar beneficios adicionales al combinar la actividad física con la meditación y la respiración profunda.
  4. Buscar apoyo social: realizar ejercicio en compañía proporciona motivación y ofrece un sistema de apoyo emocional que puede ayudar a reducir la ansiedad.
¿Sabías qué?

El actor Ryan Reynolds ha hablado abiertamente sobre cómo el ejercicio regular le ha ayudado a controlar su ansiedad. Reynolds menciona que el ejercicio diario, especialmente el entrenamiento con pesas y el cardio, le proporciona una salida para el estrés y mejora significativamente su estado de ánimo y su capacidad para gestionar situaciones estresantes.

El ejercicio físico mejora la salud física y proporciona herramientas para gestionar la ansiedad y el estrés. Los beneficios del ejercicio (relajación muscular, prevención del estrés y mejora del estado de ánimo) subrayan la importancia de mantener un estilo de vida activo. Incorporar el deporte en la rutina diaria puede proporcionar una manera natural y efectiva de mejorar el bienestar mental, reduciendo la ansiedad y promoviendo una vida más saludable y equilibrada.

Síndrome postvacacional

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Cómo afrontar la vuelta al trabajo con optimismo

Cada año, con el final del verano, la población en general nos enfrentamos a un desafío común: regresar a la rutina laboral (escolar) después de unas vacaciones que, aunque a menudo nos parecen demasiado cortas, nos permiten desconectar del estrés cotidiano. Esta vuelta a la rutina, después de un periodo de descanso, puede generar sentimientos de ansiedad, tristeza o, incluso, desmotivación. Este fenómeno, conocido como síndrome postvacacional, afecta a una gran parte de la población, pero es importante subrayar que se trata de una reacción normal y esperable ante el cambio de ritmo.


¿Qué es el síndrome postvacacional?

El síndrome postvacacional no es una enfermedad, sino una respuesta adaptativa al cambio. Durante las vacaciones, disfrutamos de un estilo de vida más relajado, sin las presiones habituales del trabajo, lo que nos permite recargar energía y dedicar tiempo a actividades que nos gustan, y que durante el curso normal del año no podemos practicar. Sin embargo, al volver a la rutina laboral retomamos las exigencias diarias, los horarios estrictos y las responsabilidades, que habíamos aparcado brevemente, lo que puede producir una sensación de malestar.

Es importante entender que esta respuesta no es un indicativo de un problema subyacente, sino una adaptación necesaria. A medida que nos vamos acostumbrando a la rutina, este malestar suele desaparecer en unos pocos días o semanas. Sin embargo, hay ciertas estrategias que podemos aplicar para hacer esta transición más llevadera.


4 estrategias para una transición suave y positiva

  1. Ajusta el horario de sueño: uno de los aspectos que más se desajusta durante las vacaciones es el sueño. Solemos acostarnos más tarde y despertarnos sin prisas, lo que hace que el retorno a los horarios habituales sea más duro. Por eso, es recomendable que, unos días antes de volver al trabajo, empieces a reajustar tu horario de sueño. Irte a la cama un poco antes cada noche te ayudará a adaptarte mejor a los horarios laborales y a sentir menos fatiga a la vuelta.
  2. Planifica una vuelta gradual: el primer día de trabajo tras las vacaciones puede ser especialmente abrumador si intentas abarcarlo todo de golpe. Es fundamental que te organices de manera que puedas retomar el ritmo de forma gradual. Establece prioridades claras y ve aumentando el ritmo de trabajo progresivamente. Esto te ayudará a gestionar mejor tus tareas y reducirá la sensación de agobio.
  3. Mantén un equilibrio entre trabajo y vida personal: el trabajo es una parte importante de nuestra vida, pero no debe ocuparla por completo. Es vital que, al regresar a la rutina, te asegures de mantener un equilibrio saludable entre el trabajo y tu tiempo personal. Planifica actividades que te resulten agradables para realizar después de la jornada laboral, como quedar a merendar o cenar, practicar deporte o simplemente disfrutar de un buen libro. Estas actividades te ayudarán a mantener una perspectiva positiva y a evitar que el trabajo consuma toda tu energía.
  4. Adopta una actitud positiva: la forma en que afrontas la vuelta al trabajo puede influir enormemente en cómo te sientes. En lugar de centrarte en los aspectos negativos, como el fin de las vacaciones o la acumulación de tareas pendientes, intenta ver esta vuelta como una oportunidad. La vuelta al trabajo puede ser un buen momento para plantearte nuevos objetivos, aceptar nuevos retos o simplemente reorganizarte de manera más eficiente. Este enfoque positivo mejorará tu estado de ánimo y hará que tu trabajo sea más satisfactorio.


Transformar la vuelta en una oportunidad

Volver al trabajo tras las vacaciones no tiene por qué ser una experiencia negativa. Al contrario, puede ser una oportunidad para renovar objetivos y afrontar el resto del año con una mentalidad fresca. La clave está en prepararse con antelación y adoptar una perspectiva que nos permita ver este retorno como un nuevo comienzo, lleno de posibilidades y retos por conquistar.

Recuerda que el bienestar no solo depende de los días de descanso, sino también de cómo gestionamos las responsabilidades diarias. Encarar la vuelta al trabajo con una sonrisa, organizarnos de forma eficiente y mantener un equilibrio entre nuestras obligaciones y nuestros intereses personales nos permitirá superar el síndrome postvacacional, disfrutando de una vida más plena y equilibrada.

Así que, este año, cuando vuelvas al trabajo, hazlo con la convicción de que cada nuevo día es una oportunidad para crecer, aprender y disfrutar de todo lo que la vida tiene para ofrecer, tanto dentro como fuera de la oficina. ¡Bienvenido, nuevo comienzo!

Fobia a los ascensores

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Comprendiendo y superando el miedo

La fobia a los ascensores, también conocida como elevatofobia, es un trastorno de ansiedad que puede afectar, significativamente, a la vida diaria de quienes la padecen. Este miedo irracional puede parecer trivial, pero para las personas que lo experimentan puede generar una gran angustia y limitar las actividades cotidianas de manera notable.


¿Qué es la Fobia a los Ascensores?

La fobia a los ascensores es un miedo intenso y persistente a utilizar ascensores. Este temor puede derivarse de diferentes factores, como la claustrofobia (miedo a los espacios cerrados) y la acrofobia (miedo a las alturas). Las personas que la sufren pueden experimentar ansiedad extrema al pensar en subir a un ascensor, esta ansiedad puede manifestarse a través de síntomas físicos y emocionales. Así, los síntomas más comunes de la elevatofobia pueden incluir:

  • Físicos: aumento del ritmo cardíaco, dificultad para respirar, sudoración excesiva, mareos, náuseas y sensación de desmayo.
  • Emocionales: pánico, miedo intenso, pensamientos catastróficos (como que el ascensor se caiga o quede atrapado).

Estos síntomas pueden presentarse incluso antes de entrar en el ascensor, lo que lleva a muchas personas a evitar, por completo, el uso de  los ascensores.

Además, este miedo puede desarrollarse por varias causas o factores, principalmente debido a:

  • Experiencias traumáticas: como quedar atrapado/a en un ascensor, debido a fallos técnicos o cortes de luz.
  • Ansiedad generalizada: personas con trastornos de ansiedad pueden desarrollar fobias específicas, como la fobia a los ascensores.
  • Factores genéticos y ambientales: una predisposición genética a la ansiedad, combinada con experiencias negativas, puede contribuir al desarrollo de esta fobia.


¿Cómo es la vida de una persona que sufre elevatofobia?

La fobia a los ascensores puede tener un impacto significativo en la vida cotidiana. Las personas que evitan los ascensores pueden encontrar desafíos en diversos ámbitos. Por ejemplo, optar por las escaleras en lugar del ascensor en el entorno laboral puede hacer que se llegue tarde al trabajo o a la evitación de ciertas tareas en edificios altos, lo que puede afectar el rendimiento profesional. En cuanto a las limitaciones sociales, evitar eventos en edificios que requieren el uso de ascensores puede reducir las oportunidades de interacción social y de crecimiento personal. Este comportamiento de evitación constante podría llevar al aislamiento y, en última instancia, a una disminución en la calidad de vida.


Algunas estrategias para superar la fobia

Afortunadamente, existen varias estrategias y tratamientos para enfrentar este miedo:

  • Terapia Cognitivo-Conductual (TCC, en adelante): la TCC es eficaz para tratar fobias específicas. Ayuda a las personas a identificar y cambiar patrones de pensamiento y comportamiento negativos.
  • Exposición gradual: en la terapia de exposición, la persona se enfrenta a su miedo de manera controlada y gradual, comenzando con pasos pequeños como observar un ascensor hasta utilizarlo regularmente.
  • Técnicas de relajación: ejercicios de respiración profunda, meditación y mindfulness pueden ayudar a reducir la ansiedad asociada con el uso de ascensores.
  • Apoyo social: contar con el apoyo de las amistades o la familia puede proporcionar seguridad y apoyo emocional durante el proceso de superar el miedo.
  • Educación: aprender sobre la seguridad y el funcionamiento de los ascensores puede reducir el miedo irracional al proporcionar una comprensión más lógica y racional.
¿Sabes qué actor sufrió elevatofobia?

Un caso notable es el del actor John Travolta, quien ha hablado abiertamente sobre su fobia a los ascensores. A través de la terapia y el apoyo de su familia, el actor ha trabajado para superar su miedo, destacando la importancia de afrontar y tratar las fobias para mejorar la calidad de vida.

La fobia a los ascensores es un desafío significativo para quienes la padecen, pero con las estrategias adecuadas, es posible superarla. Al abordar el miedo de manera gradual y con el apoyo necesario, las personas pueden aprender a controlar su ansiedad y llevar una vida más plena y sin restricciones.

Al afrontar y superar las fobias no solo mejoras la calidad de tu vida, sino que también fortaleces la confianza y la capacidad de enfrentarte a otros desafíos. El objetivo es permitir que las personas vivan sin las limitaciones impuestas por sus temores, abriendo el camino hacia una mayor libertad y bienestar.

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