¿Hasta qué punto nuestras decisiones son realmente nuestras? ¿Nos dejamos influenciar por lo que opinan los demás sin darnos cuenta? Estas fueron algunas de las preguntas que se planteó el psicólogo Solomon Asch, quien en la década de 1950 llevó a cabo un experimento icónico sobre la influencia social. Sus resultados han sido replicados numerosas veces, y siempre han arrojado conclusiones sorprendentes sobre cómo funciona la conformidad social.
¿En Qué Consistió el Experimento?
Asch formó varios grupos de personas, pero solo uno de los participantes era realmente ingenuo respecto al propósito del estudio. Los demás eran cómplices del experimento y habían recibido instrucciones precisas sobre cómo responder.
La prueba era sencilla: se mostraba una tarjeta con una línea vertical a la izquierda y tres líneas de distinto tamaño a la derecha. La tarea consistía en identificar cuál de estas tres líneas era idéntica a la de la izquierda.
A primera vista, parece un ejercicio sin ninguna dificultad. Sin embargo, la clave del experimento estaba en que los cómplices del estudio, de manera intencionada, daban respuestas incorrectas en la mayoría de las pruebas.
El objetivo era ver si el participante que desconocía el experimento mantenía su criterio o se dejaba llevar por la mayoría.
Los resultados
Los hallazgos de Asch fueron reveladores:
- Cuando los cómplices respondían correctamente, el margen de error del participante ingenuo era solo del 1%.
- Pero cuando la mayoría daba respuestas incorrectas, el 36% de las veces el participante terminaba equivocándose, ajustando su respuesta a la del grupo, aunque claramente supiera que no era la correcta.
- Si dentro del grupo había al menos un aliado que daba la respuesta correcta, el participante se sentía más seguro y mantenía su criterio.
- Sin embargo, cuando este aliado cambiaba de opinión y comenzaba a equivocarse, el participante también volvía a ajustarse a la mayoría y aumentaba sus errores.
Pero lo más llamativo vino después. Cuando Asch explicó a los participantes ingenuos en qué consistía el experimento, muchos no admitieron haber mentido ni dijeron que se habían sentido obligados a cambiar su respuesta. En su lugar, afirmaban haber creído realmente que sus respuestas eran correctas.
Este fenómeno es un claro ejemplo de conformidad normativa, un mecanismo psicológico que nos lleva a ajustar nuestras opiniones y acciones a la mayoría para evitar el rechazo del grupo.
¿Cómo nos afecta hoy en día?
El experimento de Asch sigue siendo totalmente vigente en la sociedad actual. La presión social influye en nuestras decisiones más de lo que creemos, ya sea en la forma en que nos vestimos, las opiniones que expresamos o incluso en lo que compramos.
Un claro ejemplo ocurre en redes sociales. Cuando una idea o una tendencia recibe un gran respaldo del grupo, muchas personas comienzan a aceptarla sin cuestionarla, incluso cuando contradice su propio criterio inicial. Cuantas más personas apoyan una opinión, más nos cuesta ir en contra de ella.
¿Somo realmente libres en nuestras decisiones?
Saber que existe este fenómeno nos permite ser más conscientes de nuestro comportamiento y de cómo actúan los demás. No significa que tengamos que ir siempre en contra del grupo, pero sí que podemos reflexionar antes de aceptar una idea solo porque la mayoría la respalda.
El pensamiento crítico es una herramienta clave para evitar caer en la conformidad sin darnos cuenta. ¿Hasta qué punto lo aplicamos en nuestro día a día?
En PsicoEmoSa, podemos ayudarte a comprender mejor estos procesos psicológicos y a conocer cómo afectan a tu toma de decisiones.