En nuestra sociedad, persiste la creencia arraigada de que las emociones positivas deben ser alentadas y prolongadas en el tiempo, mientras que las emociones negativas deben ser suprimidas o eliminadas rápidamente. Se nos anima a buscar la felicidad, el amor y la alegría, pero se nos desalienta a enfrentar abiertamente la tristeza, el enfado el dolor. Sin embargo, esta mentalidad puede ser perjudicial para nuestro bienestar emocional y nuestras relaciones interpersonales.
Cuando experimentamos emociones “negativas”, como la tristeza, el enfado o el miedo, es común que tratemos de ignorarlas o negarlas. Nos decimos a nosotros mismos que no deberíamos sentir esas emociones, que deberíamos superarlas rápidamente y seguir adelante con nuestras vidas. Este tipo de invalidación emocional, ya sea autoimpuesta o proveniente de otros, puede tener efectos nocivos en nuestra salud mental y bienestar general. Sin embargo, es importante reconocer que todas las emociones, ya sean positivas o negativas, son parte natural de la experiencia humana y tienen su función. Las emociones “negativas” pueden servir como señales de advertencia sobre situaciones que requieren nuestra atención o como procesos de adaptación a eventos estresantes o traumáticos. Negar estas emociones no las hace desaparecer, sino que puede llevar a una mayor angustia emocional y dificultar la resolución de los problemas subyacentes.
La validación emocional implica reconocer y aceptar nuestras propias emociones, así como las de los demás, sin juzgarlas o tratar de cambiarlas. Esto requiere una actitud de comprensión y empatía hacia uno mismo y hacia los demás, independientemente de si las emociones coinciden con nuestras propias experiencias o perspectivas.
Numerosos estudios han demostrado los beneficios de validar las emociones tanto en el ámbito individual como en el interpersonal. Por ejemplo, la investigación ha encontrado que la validación emocional está asociada con una mejor salud mental, una mayor autoestima y una mayor capacidad para manejar el estrés. Además, las relaciones caracterizadas por la validación emocional suelen ser más satisfactorias y saludables, ya que fomentan la confianza, la conexión emocional y la intimidad.
En lugar de tratar de suprimir o negar nuestras emociones “negativas”, es importante permitirnos sentirlas y explorar su significado. Esto no significa que debamos aferrarnos a ellas indefinidamente o permitir que nos consuman, sino que debemos reconocer su validez y permitirnos experimentarlas de manera saludable y constructiva.
La validación emocional es un proceso continuo que requiere práctica y paciencia. Se trata de cultivar una mayor comprensión y aceptación de nuestra complejidad emocional y la de los demás. Al hacerlo, podemos desarrollar relaciones más auténticas y significativas, así como una mayor satisfacción y bienestar en nuestras vidas.
Una parte fundamental del proceso de validar nuestras emociones es aprender a reconocerlas y aceptarlas sin juzgar. Estas son algunas de las estrategias que pueden ayudarnos en este proceso:
Practicar la autoconciencia emocional: Dedica tiempo regularmente a reflexionar sobre tus emociones. Identifica lo que estás sintiendo y trata de comprender por qué estás experimentando esas emociones en particular. Este autoexamen puede ayudarte a conectarte más profundamente contigo mismo y a comprender mejor tus necesidades emocionales.
Dar nombre a tus emociones: Ponle nombre a tus emociones. En lugar de simplemente decir “me siento mal”, intenta identificar si estás triste, frustrado, ansioso, etc. Nombrar tus emociones puede ayudarte a diferenciarlas y a comprender mejor su origen.
Permitirte sentir: Permítete experimentar tus emociones sin juzgarlas. Reconoce que todas las emociones, incluso las consideradas negativas, son parte natural de la experiencia humana y tienen su propósito. Permítete sentir sin culparte por tus emociones.
Practicar la autocompasión: Sé amable contigo mismo cuando experimentes emociones difíciles. Trátate con la misma compasión y comprensión que lo harías con un amigo que está pasando por un momento difícil. Recuerda que es normal sentirse vulnerable y que mereces cuidado y comprensión.
Buscar apoyo: No tengas miedo de buscar apoyo emocional cuando lo necesites. Habla con amigos, familiares o un profesional de la salud mental sobre tus emociones. Compartir tus sentimientos con alguien de confianza puede ayudarte a sentirte validado y comprendido.